miércoles, 23 de septiembre de 2015

Otoño

Conocemos el otoño porque es la estación del año en la que las hojas de los árboles caen. Las hojas y todo lo demás.

Conocemos el otoño porque el calor se va y toca resguardarse del frío. Del frío y todo lo demás.

Conocemos el otoño porque viene después del verano y avisa del invierno. Del invierno y de todo lo demás.

Y mientras llega el próximo verano, la próxima primavera o dejamos que pase el invierno "un día parece tres otoños".

lunes, 13 de abril de 2015

Primavera




Recuerdo que la última vez que deseé que la primavera apareciese por mi ventana era invierno; invierno puro, con sus hojas congeladas y sus ideas frías. Mentiría si dijese que llegó sin darme cuenta; que un buen día me levanté y era primavera.

Pero no, sentí el invierno, lo sentí de verdad. Me hice amiga del frío, lo invité a mi casa y, poco a poco, me fui acostumbrando a tenerlo sentado a mi derecha en el sofá y a mi izquierda en la cama. No es mal tio el frío, te congela, pero lo hace sin querer. Y -eso sí que pasa sin darte cuenta- te vuelve un poco más témpano. Y todo en ti rebota. Y ya nada duele. Y todo vuelve a estar bien...

Pero tú, ósea yo, no eras dura; tú, ósea yo, eras primavera. Y bueno, aunque no fue sin darme cuenta, un buen día me levanté y lo sentí; ya era primavera. Me derretí al levantarme, así sin más. Me vestí de primavera y salí a oler las flores. Y qué bien huelen algunas. Y qué alergia dan otras. Hay de todo, las que al acercarte te provocan cosquillas molestas en la nariz y las que con solo verlas te las hacen en la barriga. Las hay amarillas, rojas, blancas... Las hay incluso verdes. Un verde bonito, además. Las hay fuertes y con muchos petalos y otras que parecen tener una coraza de pinchos pero que con un susurro de aire cerca de ellas, se quedan en nada.

Pero a pesar de que ya es primavera tú, ósea yo, no volverás a serlo del todo. Y te alegras de que sea así. Te alegras porque de igual a igual no se siente de la misma forma. Te alegras porque la mejor manera de disfrutar de la primavera es no siendo como ella. 

sábado, 3 de enero de 2015

Quiero ser el viento en tu espalda




Quiso decirle que "quería ser el viento en su espalda", y lo hizo. No con esas palabras, pero lo hizo. Se emborrachó de la misma canción una y otra vez, se desangró y entonces decidió hacerlo.

- Quiero ser el viento en tu espalda...- escribió.

Suena poético pero, insisto, no fue del todo así. Lo cierto es que casi sin darse cuenta le acaba de decir la cosa más bonita que podía. Y pasó desapercibida. Fue como cualquier otra frase que le habría dicho en cualquier otro momento; aunque lo cierto es que no lo era porque le escribió "quiero ser el viento en tu espalda" (no así, pero eso significaba).

- Quiero ser el viento en tu espalda...- Se repitió para adentro una y otra vez pensando porqué no lo había entendido.




Un día estuvo sin hablar cerca de cuatro o cinco horas. Solo escuchaba música. Recuerdo ese día. Fue todo muy raro. De repente fue como si se acabase de dar cuenta de que había más gente en aquel salón. Y nos miró un poco impaciente mientras sonreía de verdad.

- ¿Qué necesitáis?- soltó como si acabase de salir de un trance.

Nos miramos un poco desconcertados. Para ser honestos nadie tenía ni la más mínima idea de lo que acababa de pasar.

- ¿Y tú?- contestó uno de nosotros un poco temeroso.

- Yo pregunté primero...- dijo soltando una media sonrisa de esas que le salían innatas.

- ¿Tomar el aire? ¿Una cerveza?...- le replicó con dudas esperando coincidir con lo que se esperaba oír por parte de todos.

El silencio después de eso duró un minuto, o al menos, a mi me pareció un minuto.

- Pues vamos a la calle...- dijo de pronto. -¡Vamos!-.

Salimos y pasamos una gran noche. Nunca más volvimos a ver a aquella persona que se preguntaba porqué en su día no entendieron qué significaba "ser el viento en tu espalda". Fue como si hubiese decidido darse la vuelta y abrir los brazos esperando aire.