sábado, 3 de enero de 2015

Quiero ser el viento en tu espalda




Quiso decirle que "quería ser el viento en su espalda", y lo hizo. No con esas palabras, pero lo hizo. Se emborrachó de la misma canción una y otra vez, se desangró y entonces decidió hacerlo.

- Quiero ser el viento en tu espalda...- escribió.

Suena poético pero, insisto, no fue del todo así. Lo cierto es que casi sin darse cuenta le acaba de decir la cosa más bonita que podía. Y pasó desapercibida. Fue como cualquier otra frase que le habría dicho en cualquier otro momento; aunque lo cierto es que no lo era porque le escribió "quiero ser el viento en tu espalda" (no así, pero eso significaba).

- Quiero ser el viento en tu espalda...- Se repitió para adentro una y otra vez pensando porqué no lo había entendido.




Un día estuvo sin hablar cerca de cuatro o cinco horas. Solo escuchaba música. Recuerdo ese día. Fue todo muy raro. De repente fue como si se acabase de dar cuenta de que había más gente en aquel salón. Y nos miró un poco impaciente mientras sonreía de verdad.

- ¿Qué necesitáis?- soltó como si acabase de salir de un trance.

Nos miramos un poco desconcertados. Para ser honestos nadie tenía ni la más mínima idea de lo que acababa de pasar.

- ¿Y tú?- contestó uno de nosotros un poco temeroso.

- Yo pregunté primero...- dijo soltando una media sonrisa de esas que le salían innatas.

- ¿Tomar el aire? ¿Una cerveza?...- le replicó con dudas esperando coincidir con lo que se esperaba oír por parte de todos.

El silencio después de eso duró un minuto, o al menos, a mi me pareció un minuto.

- Pues vamos a la calle...- dijo de pronto. -¡Vamos!-.

Salimos y pasamos una gran noche. Nunca más volvimos a ver a aquella persona que se preguntaba porqué en su día no entendieron qué significaba "ser el viento en tu espalda". Fue como si hubiese decidido darse la vuelta y abrir los brazos esperando aire.