Me levantaría temprano cada día de esa semana, sobre las siete de la mañana. Me daría una ducha y saldría con Pepa al parque, con mi música, cada día. Una hora con ella jugando sin preocuparnos de nada más. Luego vendría a casa y escribiría algo a cada persona que de verdad me importa. Algo muy sincero, de esas cosas que se escriben cuando eres consciente de que solo tienes siete días más. A mi familia, a mis hermanas y a mis amigos. Algo que les agradezca haber llenado mi vida tanto. Algo que cuando ya no estuviese les siguiese llenando la suya. Una vez lo hubiese escrito, lo guardaría hasta el momento de darlo, uno a uno, por separado. Supongo que todo el mundo se merece el recuerdo de alguien especial solo con esa persona, así nunca nadie lo podrá recordar de una manera distinta. Y será su momento. Tampoco podría estar escribiendo todo el día, pero no son más de 25 personas en total; (25 de 448 contactos en whatsapp; da qué pensar...). Me encantaría ver una aurora boreal y las pirámides por la noche, iluminadas, y sentarme un rato y contemplarlas; pero no me daría tiempo (creo). El último día me encantaría levantarme tardísimo; estar todo ese día sin fumar y así que el último pitillo fuese bestial. Sería ideal que algún día lloviese a mares para estar bajo la lluvia un buen rato. Al tener siete días podría comer de antojos sin problema, como a mi me gusta (un arroz a banda, unos spaguettis, una pequeña mariscada improvisada en casa, jamón ibérico...), así sin pensarlo mucho. Bajaría a tirar unas canastas a la pista de abajo de mi casa, que llevo un par de años queriendo hacerlo y nunca lo hago. Recordaría a mi amigo (con muy mala memoria) dónde esparcirme, entre risas siempre; dándole la excusa que no le hace falta para viajar un poco. Intentaría que todo fuesen risas, la verdad. Que no doliese el abandono. Supongo que a eso dedicaría los siete días enteros. Dormiría poco, bebería lo normal. Daría algo mio, muy mio, a cada una de esas personas. Mi reloj, mis cuadernos, mi ordenador... Qué difícil. Me encantaría poder recordar siempre sus olores sin mezclarlos. Y llevarme eso.
*El número 37 ha empezado fuerte... (y difícil).
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